9 de enero de 2017

Números de la primera fase de la revolución macrista.

Decíamos hace unos días en Primer año de gobierno: sin sorpresas, la revolución macrista va viento en popa que "Un breve análisis luego de un año de gobierno de Cambiemos nos muestra que el macrismo ha obtenido una gran parte de los objetivos que se había impuesto, no los que expresó en la campaña, por supuesto"; por eso hoy repasaremos brevemente cuáles han sido los cambios que la revolución macrista (revolución típicamente conservadora) ha infringido en nuestra sociedad. Teniendo en cuenta, por supuesto, que un gobierno realiza los cambios (benéficos o perjudiciales) en la sociedad que su pericia política y la resistencia popular le permiten, como postulábamos más claro en La revolución macrista, una lección para la izquierda nacional: "Los límites al accionar de un gobierno revolucionario son los que le impongan esos factores que vino a cambiar, mediante los controles constitucionales o institucionales que la sociedad política tiene (que dependen de la burocracia estatal) o por medio de la resistencia de la sociedad misma, ejercida por la "opinión pública" o la movilización popular".
Para ejemplificar los grandes cambios que el macrismo realizó en la sociedad argentina, reproduciremos algunos análisis realizados en los medios en estos días.


Dice Alfredo Zaiat:

La meta central (del macrismo) no era conseguir necesariamente mejoras en las variables económicas más relevantes en el primer año de gestión, como puede especularse teniendo en cuenta que cualquier fuerza política busca datos económicos positivos para legitimarse y mantenerse en el poder. Anotar mes a mes cifras interanuales negativas en indicadores económicos, engañando con que son fruto de la herencia recibida a través de un inmenso dispositivo de propaganda público-privado, fue el costo de lo que el gobierno de Mauricio Macri vino a cumplir: “normalizar” la distribución del ingreso. Esa normalización, palabra predilecta de quienes históricamente han liderado política anti populares, consiste en un proceso regresivo en el reparto de la riqueza. La primera etapa fue exitosa como revela el último informe del Indec, pero es una tarea que no ha culminado de acuerdo a lo que se deduce de reclamos al gobierno de economistas macristas y heterodoxos conservadores entusiasmados con la actual restauración neoliberal. 
La distribución del ingreso del tercer trimestre del año pasado se ha ubicado en niveles del 2010. En ese año, el 20 por ciento más rico embolsaba el 49,0 por ciento de la riqueza, y el 20 por ciento más pobre, apenas el 4,1. 
En pocos meses, la alianza macrismo-radicalismo logró retroceder seis años en materia distributiva.
Para el bloque de poder hegemónico que está representado en el gobierno del macrismo-radicalismo no es suficiente. Quieren más. La reforma laboral, la previsional y el ajuste en el gasto público son las exigencias visibles tras ese objetivo principal, que es acentuar la distribución regresiva del ingreso. Es una cuestión que los obsesiona. Aseguran que esa es la condición para iniciar un proceso de crecimiento sostenido, en esa ilusión de regresar a los años dorados de la Argentina agroexportadora.
La mejora en el reparto de la riqueza que se desplegó durante los gobiernos kirchneristas ha sido resistida por diferentes facciones del poder económico. Ahora quieren poner las cosas en su lugar, como lo fue en cada momento histórico que predominó un gobierno de las elites. 

(...) el bloque de poder que demoniza ese proceso (kirchnerista) como “populismo”. Su ejército de voceros no se cansa de repetir que un esquema económico “populista” es insostenible. Este obviamente enfrentaba desafíos y restricciones para su desarrollo que se expresaron con nitidez en el segundo gobierno de CFK, período en el cual la distribución del ingreso se amesetó sin empeorar. El establishment postula la necesidad imperiosa de enterrar el populismo para abrazarse al neoliberalismo, experiencia que ya ha derivado en crisis social, económica y política en décadas pasadas. 


Enemigo
La corriente conservadora sostiene que salarios y jubilaciones aumentando en términos reales que derivan en una distribución progresiva del ingreso impiden lanzar a la economía a un sendero de crecimiento. Bajos salarios, apertura comercial e integración pasiva al comercio internacional (proveedora de materia prima) es la propuesta de las elites que el macrismo celebra e implementa. Es la receta del modelo agroexportador, hoy disfrazado como supermercado del mundo cuando en realidad la economía local fue colocada en una góndola del mercado mundial absorbiendo bienes de consumo final importados. Es un modelo que requiere condenar a la industria nacional y deprimir el salario. 
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Esa necesidad de desterrar de la sociedad todo vestigio de "populismo", al que relacionan hoy con el kirchnerismo pero que en los años treinta lo asociaban al yrigoyenismo y en los cincuenta hasta los ochenta lo hacían con el peronismo, va de la mano con producir una crisis económica que justifique un gran ajuste neoliberal-conservador. Como en los últimos años de la experiencia kirchnerista no se produjo la crisis que venían anunciando los voceros (agoreros) del neoliberalismo (cosa que sí sucedió durante los setenta y los ochenta, el macrismo trata de producirla desde fines del 2015 para justificar las viejas medidas aborrecidas por la mayoría de la población, lo que implica una menemización de la economía en 2017 y, más aún, a partir de 2018.

Repasemos ahora lo que dice la última Encuesta Permanente de Hogares (EPH):


Un país más desigual: se profundizó la brecha entre ricos y pobres.
Según la última Encuesta Permanente de Hogares en el tercer trimestre de 2015 el 10% más rico de la sociedad tuvo ingresos un 2.500% mayores que los percibidios por el 10% más pobre de la población. 
La brecha entre el sector más pobre y el más rico de la sociedad volvió a profundizarse en el tercer trimestre de 2016. Así lo indica el último informe del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC)
(...) y se confirmó la tendencia relevada a lo largo del primer año de gestión de Mauricio Macri por la cual la brecha entre los que más y menos ganan se siguió ampliando.
Así, según arrojó la EPH que se realiza en 21 aglomerados urbanos del país, en el tercer trimestre del año el sector más rico de la población ganó 25,6 veces más que el segmento más pobre. En el segundo trimestre esa diferencia era de 23,2 veces.


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Observemos lo que nos dice un informe del Centro de Economía Política Argentina (CEPA) al respecto:

Los malos indicadores durante el primer año de Mauricio Macri como presidente.
CEPA recordó el incremento de los despidos, la pobreza y la inflación (...) A un año de gestión de Mauricio Macri, todos los indicadores económicos se encuentran en rojo. Cayó el consumo, la industria y la construcción, mientras que se incrementó la inflación y el desempleo.
El instituto de investigación recalca que más de 232.000 trabajadores fueron despedidos o suspendidos en lo que va del año, y esto se aceleró en el segundo semestre. Además, la pobreza se incrementó al 32% en agosto.
CEPA recuerda que la inflación acumulada a noviembre es del 45%, de acuerdo al gobierno porteño. Asimismo, la economía se hundió 2,4% en el acumulado al tercer trimestre.
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Alegría para los más ricos.
Los recientes datos publicados por el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC) son alarmantes: en los últimos meses creció significativamente la desigualdad en Argentina. Los ricos son cada vez más ricos y los pobres están siendo cada vez más perjudicados por la política económica de Cambiemos. Desde el Centro de Economía Política Argentina (CEPA) analizan los datos y sostienen que en los últimos años la brecha venía disminuyendo y que ya en el tercer trimestre del gobierno de Macri la diferencia se profundizó.
El análisis de ingresos de los hogares según escala total familiar muestra una tendencia clara de disminución de la brecha entre el primer decil y el último decil de ingresos entre 2003 y 2015, de 28 veces (IIIT2003) a 12,3 veces (IIT2015), siendo esta última cifra la menor brecha alcanzada en todo el período (una reducción del 56%, a una tasa de 3,78% anual acumulativo).


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Gráfico 1: Evolución de la brecha entre el decil 1 y 10 de los hogares según escala de ingresos total familiar, período 2003 a 2016.


En 2016, la tendencia a la baja de la brecha entre los altos y bajos ingresos se revierte bruscamente. La brecha aumenta nuevamente en el tercer trimestre respecto del segundo, pasando de 13,57 a 15,32 veces, representando un 12,85% de incremento en la comparación de los dos trimestres.


Evolución de la desigualdad

El indicador más utilizado para medir la desigualdad de ingresos es el coeficiente de Gini. El coeficiente es un número entre 0 y 1, en donde 0 representa la perfecta igualdad y 1 implica la perfecta desigualdad (una persona tiene todos los ingresos y el resto no tiene ningún ingreso).


Cuadro 1: Evolución del coeficiente de GINI según ingresos por hogares total familiar, período II Trimestre 2016-III Trimestre 2016.


Transferencias de ingresos entre deciles Período II T 2016/III T 2016

Finalmente, como se observa en el cuadro 3, en el período comparativo del segundo trimestre de 2016 en relación al tercer trimestre del mismo año, la reducción de la participación en los ingresos de los deciles 1, 2, 3, 4, 6 y 7 se compensa con un aumento de la participación de los deciles 8, 9 y 10.

En el período que transita entre el segundo trimestre de 2016 y el tercer trimestre de 2016, los deciles 8, 9 y 10 se apropian en conjunto un punto porcentual adicional de ingresos.


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Cuadro 3: Variación del porcentaje de ingreso por decil de ingresos por hogares según total familiar – Periodo II T 2016/III T 2016


Pérdida del poder adquisitivo

El análisis de los principales convenios colectivos del período 2015-2017 realizado por CEPA muestra que al término de los periodos paritarios para 2015-2016, todos los gremios analizados, con la excepción de los bancarios, perdían poder de compra: sus salarios promedios caían en términos reales entre 5,32% (gráficos) y 11,73% (estatales de UPCN).
Por otra parte, las jubilaciones, pensiones y AUH han visto su evolución fuertemente afectada por el desempeño de las variables que componen la fórmula de la movilidad jubilatoria y de AUH, a saber: los ingresos fiscales y el aumento de la masa salarial. Los salarios, como se mencionó, han perdido en términos reales un promedio de 7% para los gremios analizados, y a su vez los ingresos fiscales han mermado por la eliminación de las retenciones al sector agroexportador, minero e industrial en concomitancia con la caída de los ingresos fiscales ligados al IVA domestico por efectos de la caída en las ventas en el mercado interno.
Por último, el aumento de la incidencia de la indigencia y la pobreza en el período de gobierno registrado por las mediciones de varios centros de estudios revelan un aumento de este guarismo que alcanzan los 12 puntos porcentuales adicionales al nivel del inicio del gobierno actual, es decir, entre noviembre de 2015 y junio 2016.
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Analicemos ahora lo que dice Horacio Rovelli:

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La insostenibilidad fiscal, financiera y cambiaria del segundo año de gestión de Macri.
Juan Perón tenía una frase para demostrar lo que implícitamente todos sabían: “Entre gitanos no nos vamos a adivinar la suerte”,  y eso es lo que pasa después de un año de gestión como Presidente de la República de Mauricio Macri, en que ejecutó una brutal transferencia de ingresos a favor de los que más tienen a través, primero, de la combinación de la devaluación y la quita y/o reducción de las retenciones a los grandes productores y comercializadores de granos, y a las empresas mineras; segundo,  durante el año beneficiando al  capital financiero con las LEBAC (Letras del BCRA) y otros activos púbicos con tasas de interés mayor que la depreciación del dólar (Por ejemplo las LEBAC pagaron en promedio en el año 2016 una tasa cercana al 32% anual y el dólar punta contra punta se incrementó solamente el 21%); y tercero y fundamental, a  las grandes empresas que subieron sus precios en torno al 50% castigando a la población y a  las Pymes que deben comprarle insumos a ese valor y/o venderle a precio vil (acero, aluminio, petroquímica, cemento, gas, electricidad, combustibles, el precio a la población de la leche, de la carne, de la harina, de la yerba, del aceite, de los medicamentos, etc. etc.) .
En ese marco la economía cayó fuertemente (no menos del 3% del PIB como quiera medírselo), se perdió riqueza por un valor equivalente a no menos de U$S 16.500 millones, pero como hubo puntuales beneficiados por la transferencia de ingresos como dijimos en el primer párrafo, es claro que el resto de la población, la Argentina de a pie, perdió lo que ganaron los otros, más la caída del PIB.
(...) 190.000 despedidos formales (trabajo en blanco con aportes previsionales y sociales) en el año (unos 122.000 puestos en el sector privado -industria, construcción, comercio, etc.-. y unos 68.000 en el sector público nacional, provincial y municipal). 

Lo que conforma un total de deuda nueva por U$s 58.500 millones como mínimo, cuando la deuda al 31/12/2015  reconocida por el gobierno de Macri y publicada en la página web de la Secretaría de Finanzas de la Nación ascendía a U$s  222.703  millones (de los cuales casi el 57% era deuda intra sector público nacional), por lo que en un año aumentó el endeudamiento externo en un 26%.
Nicolás Maquiavelo sostiene que si un gobierno depende más de la voluntad de los otros que de su propia fuerza, tarde o temprano pierde su reino, porque la ambición de los que depende (la rapacidad dice Maquiavelo) hará que deba tomar medidas cada vez más anti populares para beneficiar a los ricos y poderosos, y con ello  se ganará el odio y el desprecio de su pueblo, con lo que los ricos y poderosos que lo apoyaron, un día dejarán de hacerlo y es más ofrecerán su figura como compensación y sosiego.
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La primera etapa de la revolución macrista obtuvo muchos de los objetivos económicos que se planteó, con una considerable aquiescencia de la burocracia estatal (poderes ejecutivo, legislativo y judicial) y una escasa resistencia popular. El hecho de que 2016 era el primer año de gobierno y que éste es uno electoral cambia el panorama para su segunda etapa. Es aventurado pronosticar qué nos traerá el 2017 en materia de medidas económicas, pero el fuerte ajuste que se espera en esta segunda fase de la revolución conservadora del siglo XXI dependerá, en mayor grado, del resultado electoral del oficialismo en octubre. Y como dijimos en una de las notas referidas antes "Será entonces cuando veremos si los métodos revolucionarios del macrismo son suficientes para seguir avanzando en su agenda de gobierno, si el establishment lo sigue apoyando o si le fija nuevos objetivos y, principalmente, si la sociedad sigue avalando su rumbo. De no ser así, veremos qué métodos utiliza entonces para continuar con su programa de gobierno, si aminora la marcha o si acelera a pesar de todo y de todos. Porque la historia argentina muestra, lamentablemente, que la derecha nunca se detiene en su camino y apela a cualquier método, legal o no, constitucional o no, pacífico o no para lograr sus fines. Y no tiene pruritos ni remordimiento al enfrentar a sus adversarios desde el poder, sean éstos minoritarios o mayoritarios. En tal caso, la derecha conservadora siempre fue y será revolucionaria para mantener o recuperar sus privilegios".

Lo que sí queda claro es el enorme cambio en la sociedad que produjo la alianza electoral Cambiemos (PRO-UCR-Coalición Cívica), esperado o no por quienes la votaron el la segunda vuelta electoral, pero legítimo.
De la sociedad (de su memoria histórica y de su afán por informarse eludiendo la prensa hegemónica actual, socia del gobierno hasta el momento) depende que se pase o no a la segunda fase de esta restauración conservadora, llevada a cabo por un grupo de representantes o miembros de las grandes empresas nacionales o multinacionales que tomaron posesión de los resortes del estado, y dirigida por un miembro menor del establishment o círculo rojo, e hija legítima además de la sociedad preperonista. 




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