13 de diciembre de 2018

El macrismo cumplió su tarea y está acabado pero ¿quién se hará cargo de su pesada herencia?

A tres años de iniciada la que aquí llamamos Revolución Macrista ya es hora de hacer un balance parcial de su gobierno. Más aún si, como parece, Macri intentará su reelección el año próximo.
Aunque el gobierno de Cambiemos nunca contó con mayoría en ninguna de las dos cámaras del Congreso, supo hacer pasar todo tipo de leyes apelando a negociaciones políticas (sanctas o non sanctas) y aprietes, propios o a través de los medios afines, hacia legisladores o gobernadores de la oposición. No olvidemos tampoco que desde el día uno contó con la gestión de los tres principales gobiernos: nación, provincia y ciudad de Buenos Aires, con sus tres inmensos presupuestos, además de todas las fuerzas de seguridad nacionales (más los servicios de inteligencia) y de los dos más grandes distritos argentinos. Sin dejar de mencionar a los medios hegemónicos de difusión que (hasta hoy) apoyan fervientemente las medidas gubernamentales y tapan o minimizan cualquier fallo o corrupción que roce a Cambiemos, y agrandan o inventan cualquier caso de corrupción del kirchnerismo.

Decíamos aquí mismo ya a fines de 2015, cuando Cambiemos camuflaba sus intenciones en "mejorar lo que estaba bien y corregir lo que estaba mal" del kirchnerismo, cuáles eran sus verdaderos propósitos a cumplir en su gobierno(1), los que resumiremos así:
Una brutal devaluación del peso, endeudar al país y las provincias en el mercado nacional e internacional, para apelar en finalmente al prestamista de última instancia, el FMI, como tabla de salvación de su inconsistente programa financiero.
Pagarle a los fondos buitres sin reparos todo lo que reclamaron ante el juez Griesa.
Reducir el gasto público hasta límites pornográficos, procurando reducir al máximo el déficit.
Quitar los subsidios a los servicios públicos indiscriminadamente, además de subir las tarifas de los mismos para beneficiar a las empresas de servicios.
Liberar todos los precios de la economía (y reducir al máximo las retenciones a las agroexportaciones) sin importar las consecuencias en la población.
Contener los aumentos salariales pisando las paritarias.
Reformar el sistema jubilatorio, reduciendo el índice de actualización, aumentando la edad jubilatoria, y luego apelar a la quiebra provocada del sistema para intentar privatizar la administración del fondo de jubilaciones en forma similar a las AFJP.
Desmantelar Fútbol para Todos y destrozar Aerolíneas Argentinas para favorecer a las empresas privadas.
Reprimir las protestas callejeras, cortes de calles o rutas y los cacerolazos, sin importar si son de la clase baja o media.
La diferencia entre el supuesto programa de gobierno que Cambiemos presentó para el balotaje frente a Scioli y el revelado por nosotros (que a su vez el macrismo había planteado para las PASO y la primera vuelta electoral) explica plenamente la diferencia de votos entre la primera y segunda vueltas de 2015.
Si se analiza cómo se encontraba el país antes de la llegada de Macri a la Rosada y lo comparamos con el programa de gobierno veremos que se intentaba realizar un cambio de raíz, revolucionario. Por eso es que desde entonces aquí calificamos a la gestión de Cambiemos como la Revolución Macrista.
Ya en el gobierno, como decíamos aquí(2)Cambiemos implementó rápidamente las primeras medidas revolucionarias de su modelo, provocando no sólo una transferencia económica a favor de los poderes concentrados y en contra de la mayoría de la población sino una crisis económica (la misma que los voceros neoliberales anunciaron inútilmente durante todo el kirchnerismo) que justificara las medidas de ajuste que “se vio obligado” a ejecutar en 2017 para sanear la economía. Simultáneamente, la alianza del gobierno con algunos jueces federales y los medios hegemónicos (principalmente el Grupo Clarín) lanzó una cacería judicial de kirchneristas (corruptos o no), sindicalistas rebeldes y medios opositores, para llevarlos a prisión (con motivo o no) y así distraer todo lo posible la atención popular de las medidas de gobierno y sus consecuencias y, fundamentalmente, desprestigiar todo lo posible a cualquier político o movimiento político que en un futuro pudiese cuestionar el cambio de proyecto de país que el macrismo vino a instalar. Esto no puede concretarse sin una consolidación de lo que el macrismo mediático denominó “la grieta” entre los kirchneristas y el resto de la población.

También se cumplieron nuestras expectativas de agudización de esos rasgos revolucionarios cuando el gobierno deroga o modifica leyes por decreto, como la ley de blanqueo, o cuando presiona a los gobernadores para que se vote la reforma previsional por el congreso. También, como decíamos entonces aquí: es de esperar que con el tiempo esta tendencia se acelere, y veamos que la economía no arranque, que la pobreza y desocupación crezcan, al igual que el déficit comercial y por ello el endeudamiento externo. Esto alimentará la protesta social, lo cual cebará la represión y los métodos para-constitucionales para implementar las medidas gubernamentales. Porque, como dijimos en La revolución macrista (II), una lección para la izquierda nacional(2): “la historia argentina muestra, lamentablemente, que la derecha nunca se detiene en su camino y apela a cualquier método, legal o no, constitucional o no, pacífico o no para lograr sus fines. Y no tiene pruritos ni remordimiento al enfrentar a sus adversarios desde el poder, sean éstos minoritarios o mayoritarios. En tal caso, la derecha conservadora siempre fue y será revolucionaria para mantener o recuperar sus privilegios.

Sin embargo, advertíamos hace unos meses(3) que las consecuencias dañinas a la economía doméstica de las mayorías que producen las medidas económicas macristas podía producir su propia decadencia: Un gobierno que se esforzó en revertir la redistribución económica del kirchnerismo a favor de las clases baja y media, que anula o disminuye derechos adquiridos por el pueblo, que no deja de atacar la situación económica de la mayoría de los argentinos (incluyendo a quienes lo votaron) crea un caldo de cultivo fértil para el origen de un movimiento que se oponga a ese modelo de país.

Hoy en día es evidente que la campaña de enlodamiento de la figura más importante de la oposición al macrismo, Cristina Fernández, ya no es efectiva para tapar los desaguisados, corruptelas o efectos catastróficos del modelo económico y social de Cambiemos, como muestran todas las encuestas. Y lo que fuera el programa de gobierno y modelo de país que intentó la revolución de Cambiemos junto al "círculo rojo" parece virar a un programa distinto, manejado por quienes se mueven con mayor sigilo y poder que Cambiemos, como explicamos aquí(4)la mano invisible del Tío Sam estaba detrás de la causa de las fotocopias de los cuadernos de Centeno, algo que confirma indirectamente el mismo Bonelli en su nota, cuando dice: “Prado – el nuevo embajador en Buenos Aires (dijo que) las empresas americanas deben invertir en Argentina aprovechando la nueva relación bilateral”. (…) En esa reunión circuló un dato político clave: la Casa Rosada trabaja en un proyecto de ley para “encapsular” el escándalo de los cuadernos.
“La intención es preservar a las empresas para que no se frene la obra pública. En las “coimas” están involucradas todas las importantes.”
La devaluación junto con la baja de las acciones de esas empresas, dañadas por el escándalo de las fotocopias, dejaría el campo orégano para su compra a precio irrisorio por parte de capitales yanquis.

Hoy en día, cuando el pacto electoral de Cambiemos con sus votantes y con las empresas que lo apoyaron parece resquebrajarse, vemos que los resultados económicos y sociales no son los que dichos apoyos esperaban.
Con mencionar algunos fríos números de la economía que alcanzan para ilustrar los resultados del macrismo en función de gobierno.
Al finalizar su período en 2019, Cambiemos habrá aumentado la deuda externa con vencimientos por un total de 118.500 millones de dólares, para peor distribuidos de la siguiente manera:

21.000 millones en el 2020
21.500 millones en el 2021
40.000 millones en el 2022
36.000 millones en el 2023

La recesión que sufre la economía se prolongaría al menos hasta marzo. La inflación acumulada desde su asunción en diciembre de 2015 supera el 150%. Desde 2015, el dólar cuadruplicó su valor (de $9,80 a $39 aproximadamente). Por esa razón, al dolarizar las tarifas, la del gas aumentó 8 veces, la de la electricidad 17 veces, la de agua 6 veces, el transporte aumentó al triple y el combustible también. La producción industrial se desplomó 6% y el salario real promedio cayó 10%. La caída del consumo es récord, el cierre de empresas chicas y medianas ya es una epidemia, que también afecta a las empresas grandes como por ejemplo ARCOR. Según la Universidad Católica Argentina, la pobreza creció desde el 29,2% de los argentinos en 2015 hasta el 33,6% de 2018, afectando a 13.600.000 personas. Sólo en estos últimos doce meses cayeron en la pobreza 2.179.000 argentinos.
Para tener una idea de lo ocasionado por el modelo macrista en la economía nacional, comparemos los números de la economía que recibió en diciembre de 2015 y las actuales en este cuadro.




Ahora bien, qué hemos de esperar en los meses por venir. Siguiendo la línea de análisis que ensayamos desde 2015, podemos arriesgar que el gobierno y sus apoyos mediáticos reforzarán la campaña antikirchnerista centrada en las denuncias judiciales, aunque ya no tengan la repercusión de antaño. La principal deficiencia de esta táctica es que la burda repetición de acusaciones de corrupción huérfanas de pruebas contundentes no sólo debilita el argumento contra el gobierno pasado sino que puede resultar contraproducente. Más aún si siguen apareciendo casos similares que afectan a las propias figuras de Cambiemos.
La principal debilidad del macrismo es la orfandad de logros económicos y sociales para enarbolar en la campaña electoral de 2019. Caso contrario para la oposición kirchnerista, que se verá favorecida, como ya señalamos aquí(4):
La única salida para el establishment es que en 2019 CFK no gane las elecciones, porque es la única que puede aglutinar a su alrededor no sólo los votos necesarios sino la epopeya revolucionaria (similar a la de su marido en 2003) capaz de cortar el nudo gordiano con que el macrismo está maniatando al país. Y para eso sólo hay dos salidas: la proscripción o la cárcel, ya que el intento de desprestigiarla con el aparato mediático-judicial no parece estar funcionando. (...) hoy en día Cristina ya ha dejado de ser una candidata posible para convertirse (Ernesto Laclau mediante) en el “significante vacío” que une a vastos sectores populares dispersos víctimas de la economía macrista. Cristina ha dejado de ser la expresidenta, la principal política de la oposición o la senadora, para pasar a ser un símbolo de la resistencia a esta política agresiva contra las clases media y baja. Una bandera que crece desde abajo en las juventudes que abogan por el aborto legal y gratuito, por el “ni una menos” o la rebeldía ante el avance del mercado cruel contra los salarios o las jubilaciones desfallecientes. La letra K ha dejado de ser una propiedad del kirchnerismo para pasar a ser (gracias al mismo macrismo) un sinónimo de todo lo no Macri, y el antónimo de todo lo malo del macrismo. No tanto quizás por las virtudes del kirchnerismo sino de los errores o daños que la misma Revolución Macrista ha derramado en el país. Algo similar a lo ocurrido con el peronismo durante los años de la “Revolución Libertadora” y las presidencias posteriores. El odio que destila el gobierno y sus medios hegemónicos afines contra todo lo que huela a K permea amplias capas del pueblo víctima de esa economía, y al mezclarse con la decepción de los votantes de Cambiemos o el rencor de quienes no lo votaron ni en la primera vuelta ni en la segunda y va generando una reacción cristinista que puede generar (vaya paradoja) un cuarto gobierno kirchnerista.

Con la votación del presupuesto se produjo finalmente el parteaguas que diferencia a la oposición al macrismo del “paraoficialismo opositor" ante la sociedad. De ahora en adelante se verá el crecimiento de dos polos que podemos calificar de filocristinismo y filomacrismo, que crecerán en espejo, nublando cualquier otro polo político, más aún que en los comicios de 2017.
El macrismo y sus propagandistas saben que el único rubro que pueden agitar en campaña es la seguridad y, ya en menor medida, la corrupción del gobierno anterior, porque no hay ni un solo logro económico o social que haya beneficiado a los votantes, todo lo contrario.
La oposición, a su vez, tiene un amplio ramillete de fracasos y despropósitos de Cambiemos con qué atacar. Pero, no todos los opositores están en las mismas condiciones para hacer campaña. El kirchnerismo cuenta con las mejores cartas para utilizar en esta mano: ha sido gobierno durante tres períodos consecutivos, aumentando su desempeño electoral en cada triunfo electoral, mejorando la calidad de vida de la población y dejando al país en 2015 mucho mejor que como lo recibió en 2003, algo inédito en nuestra historia desde la recuperación de la democracia en 1983, como lo puntualizamos aquí en La Herencia K: Memoria y Balance final 2003-2015 (5).
Las encuestas vienen mostrando desde el año pasado la caída de la imagen y la intención de voto de Macri y un crecimiento de Cristina, más allá de la lluvia de denuncias de corrupción y otros delitos en su contra. Incluso está mermando el clima de ensañamiento contra el kirchnerismo que reina en Comodoro Py, y ya empiezan a picar las balas cerca del actual ocupante de la Rosada, tal vez a consecuencia de lo que están mostrando esas mismas encuestas.
Cuál vaya a ser el resultado de las próximas elecciones es arriesgado decirlo hoy, pero sí podemos afirmar que el panorama que se atisba es completamente diferente al que el gobierno y el establishment mismo esperaban el año pasado. Sin embargo, desde aquí seguimos afirmando que basados en el accionar de los distintos poderes fácticos durante estos años y nuestra historia nacional, es de esperarse una pleamar del tipo de movimientos populares típico de Argentina, como señalamos aquí(3). Es decir, surgirá seguramente un movimiento reivindicativo de derechos populares y de una reconstrucción económica y social del país; pero “cuándo surgirá este nuevo movimiento popular no es posible asegurarlo. Si será en 2019 o 2023 dependerá no de las teorías de sociólogos o politólogos, de los deseos de políticos o de los propios actores sociales sino de los hechos sociales y políticos mismos, tan difíciles de pronosticar como de negar. Pero lo seguro es que, si no se producen cambios drásticos en el rumbo del gobierno, el caldo de cultivo de un nuevo movimiento popular reivindicativo de los derechos perdidos o amenazados de la población seguirá creciendo. El proceso no sería igual al de los casos anteriores, porque la historia (a pesar de la creencia popular) no se repite, pero no debemos soslayar las coincidencias y aprender de sus lecciones”.
Hoy en día, es más probable que ese horizonte se haya acercado a 2019 que cuando realizamos ese análisis. Por eso, en los meses próximos se verá una aceleración de los procesos de unificación en la oposición, incluso aglutinando figuras políticas que los medios hegemónicos descartaban del polo peronista-kirchnerista. Pero ese ya es tema de otra nota.












22 de septiembre de 2018

¿La Revolución Macrista está acechada por tormentas o acelarando a fondo?

En medio de los saltos del dólar y las tasas de interes, la moda  de los BOTES, las LEBAC o las LETES, y el aumento de la inflación y el desempleo, demasiados analistas hace foco en las tormentas externas que estarían azotando al barco de la Argentina, mientras su piloto de tormentas insiste en el rumbo hacia el iceberg que asoma en el horizonte.
El intento de sudamericanizar la Argentina ya es harto evidente. Para eso Cambiemos debe aniquilar todo rastro del "estado de bienestar" peronista, quitar de la mente de los argentinos cualquier rastro de derechos ganados. Es decir, llevarnos a una Argentina preperonista, por eso tanta insistencia en dejar atrás "70 años de errores". Setenta años antes de que asuma Macri, justamente, asumía la presidencia por primera vez Juan Domingo Perón.

Lo que adelantábamos aquí en agosto [1] ahora lo reconoce hasta Marcelo Bonelli en Clarín [2]. Decíamos entonces que Macri no sólo es un admirador de EE.UU. sino que es más pronorteamericano que los embajadores de Washington, como mostraron los cables secretos revelados por WikiLeaks. Bajo esa lente debemos observar las medidas políticas y económicas del macrismo, no otra. Por lo tanto, no hubo excesos ni errores, todo es parte del plan de gobierno de la Revolución Macrista. Y ahora vemos que Bonelli revela que tanto el FMI como el Tesoro de los EE.UU. están negociando una salida de urgencia para la crisis macrista que llevó a que el dólar saltara a 40 pesos y se perdieron US$ 17.000 millones de las reservas del Banco Central y que la pobreza alcance a fin de año al 30% de la población. Incluso informa que "La información la tienen los grandes fondos de Wall Street. Nicolás Dujovne habló con ellos". (...) La jefa del FMI tiene una relación especial con el Presidente. Lagarde quiere apuntalar a su preferido. Ahora dependerá de los funcionarios a cargo del tema que no vuelva a “chocar” la calesita de la economía. Argentina dilapidó en el año reservas y la ausencia de un verdadero plan económico llevó la economía a la “estanflación”.

También en nuestra nota de agosto decíamos que la mano invisible del Tío Sam estaba detrás de la causa de las fotocopias de los cuadernos de Centeno, algo que confirma indirectamente el mismo Bonelli en su nota, cuando dice: "Prado - el nuevo embajador en Buenos Aires (dijo que) las empresas americanas deben invertir en Argentina aprovechando la nueva relación bilateral”. (...) En esa reunión circuló un dato político clave: la Casa Rosada trabaja en un proyecto de ley para “encapsular” el escándalo de los cuadernos.
"La intención es preservar a las empresas para que no se frene la obra pública. En las “coimas” están involucradas todas las importantes."

La devaluación junto con la baja de las acciones de esas empresas, dañadas por el escándalo de las fotocopias, dejarían el campo orégano para su compra a precio irrisorio por parte de capitales yanquis. Y, matando dos pájaros de un tiro, también confirma nuestras advertencias sobre el objetivo político principal: CFK. Sigamos leyendo a Bonelli: 

(El gobierno) "explora dos ideas fuerza: 1) Que los políticos involucrados en la corrupción no puedan postularse en el futuro a cargos públicos, 2) Que los empresarios estén impedidos de ejercer el comercio y deban renunciar a sus compañías. 

Se comprueba así lo que decíamos aquí en agosto: "es probable que tenga el mismo resultado dejado por el mani pulite italiano y el lava jato brasileño, es decir, la disolución del sistema político autóctono, el derrumbe de las principales empresas nacionales y la invasión de empresas trasnacionales, principalmente norteamericanas. Para colmo, la debacle económica de la “tormenta” macrista promete no dejar clase media en pié y aumentar la masa de pobres e indigentes y la riqueza de la cima de la pirámide poblacional".

Parece que el pecado argentino ha sido comerciar libremente con China y Rusia, consideradas por EE.UU. como sombras amenazantes detrás de sus intereses en Sudamérica, como comentan el profesor Juan Gabriel Tokatlian y Horacio Verbitsky y que reproducimos en esa nota de agosto.
La Revolución Macrista ha pisado el acelerador y parece llevarse puesto al país igualitario y con esa inmensa clase media que durante décadas nos diferenció de nuestros hermanos latinoamericanos. Cuál ha sido el plan original del macrismo ya lo hemos analizado aquí en varias oportunidades, pero lo señalaremos hoy de nuevo en pocas palabras. El aumento sideral de los servicios y tarifas, más la apertura indiscriminada de la importación de cualquier producto no podía llevar a otra cosa que la casi extinción de las pequeñas y medianas empresas, al aumento brutal del desempleo, la pobreza y la indigencia, la consecuente disminución de la clase media y el aumento de la clase baja, la primarización de las exportaciones nacionales (agropecuarias, mineras, de recursos naturales como petróleo, gas y litio, y otras de bajo valor agregado), el crecimiento de la intermediación financiera y el aumento sideral de la deuda externa en dólares cada vez más caros, lo que constituirá un cepo al desarrollo nacional.
En este país que imagina el macrismo y el establishment que lo apoya, sobrarían un par de decenas de millones de argentinos, que no encontrarían empleo en las pocas industrias que quedarían. Millones de soldados de ese ejército de reserva con el que el capitalismo estaría chocho de contar para regular a la baja todos los salarios.
Claro está que este país teórico, soñado por el macrismo no encaja con la historia y el presente argentino. Es un modelo más cercano al chileno, al colombiano o, para ir más lejos, al indio. Pero no al de la Argentina posperonista y menos aún poskirchnerista. De la memoria popular no se borra tan fácilmente lo sucedido hasta hace apenas tres años. Por eso, la única roca que molesta en el camino es el kirchnerismo y sus posibles aliados para las elecciones del año próximo. Y de eso se estarían encargando varios jueces federales y algunos políticos del "peronismo perdonable" (como lo llama Jorge Asís). Y la cabeza visible de esa oposición es indudablemente Cristina Fernández.
La única salida para el establishment es que en 2019 CFK no gane las elecciones, única que puede aglutinar tras suyo no sólo los votos necesarios sino la epopeya revolucionaria (similar a la de su marido en 2003) capaz de cortar el nudo gordiano con que el macrismo está maniatando al país. Y para eso sólo hay dos salidas: la proscripción o la cárcel, ya que el intento de desprestigiarla con el aparato mediático-judicial no parece estar funcionando.
Ya analizamos varias veces aquí las razones que llevarían a su necesaria eliminación del escenario electoral (por ejemplo en [3] y [4]) por lo que sólo nos limitaremos a señalar que hoy en día Cristina ya ha dejado de ser una candidata posible para convertirse (Ernesto Laclau mediante [5]) en el "significante vacío" que une a vastos sectores populares dispersos víctimas de la economía macrista. Cristina ha dejado de ser la expresidenta, la principal política de la oposición o la senadora, para pasar a ser un símbolo de la resistencia a esta política agresiva contra las clases media y baja. Una bandera que crece desde abajo en las juventudes que abogan por el aborto legal y gratuito, por el "ni una menos" o la rebeldía ante el avance del mercado cruel contra los salarios o las jubilaciones desfallecientes. La letra K ha dejado de ser una propiedad del kirchnerismo para pasar a ser (gracias al mismo macrismo) un sinónimo de todo lo no Macri, y el antónimo de todo lo malo del macrismo. No tanto quizás por las virtudes del kirchnerismo sino de los errores o daños que la misma Revolución Macrista ha derramado en el país. Algo similar a lo ocurrido con el peronismo durante los años de la "Revolución Libertadora" y las presidencias posteriores. El odio que destila el gobierno y sus medios hegemónicos afines contra todo lo que huela a K permea amplias capas del pueblo víctima de esa economía, y al mezclarse con la decepción de los votantes de Cambiemos o el rencor de quienes no lo votaron ni en la primera vuelta ni en la segunda y va generando una reacción cristinista que puede generar (vaya paradoja) un cuarto gobierno kirchnerista, como señalamos aquí en [6].

El escenario para 2019 comenzará a perfilarse con la votación del presupuesto para el año próximo. Esas dos votaciones (Diputados y Senadores) serán el parteaguas de la oposición entre opositores y paraoficialistas. Será la génesis de la alianza política, gremial y social que se opondrá a Cambiemos en las urnas, ya sea con o (como sueñan el macrismo) sin las PASO. El resultado de esos comicios está por ahora abierto, aunque, como ya hemos señalado aquí, de no mediar ninguna jugarreta o ilegalidad del oficialismo judicial o alguna encerrona violenta del Poder Ejecutivo para no entregar el poder, es muy probable que se repitan los hechos que llevaron al peronismo a volver al poder en 1973. Pero eso ya es tema para otra nota...










27 de agosto de 2018

La Revolución Macrista suma la mano invisible de los EE.UU y se convierte en la Revolución Libertadora 2.0

El gobierno de Cambiemos (que ya caracterizamos varias veces aquí como la Revolución Macrista [1] ) debido a los distintos acontecimientos de los últimos meses, donde se ve tras bambalinas la mano invisible de los EE.UU., ya se asemeja demasiado a la Revolución Libertadora del siglo pasado, a pesar de las enormes diferencias existentes entre un gobierno democrático y una dictadura. Hemos tomado en nuestros análisis anteriores como inicio de esta conversión el día 1 de abril de 2017 [2] cuando se produjo la primera manifestación a favor del gobierno, que fue tomada por Cambiemos y los medios hegemónicos como el momento fundacional del afianzamiento simbólico y político del macrismo en el poder. El mismo giro simbólico fue reforzado meses después con el precario triunfo en las elecciones de medio término, que, como aclaramos aquí [3] El macrismo logra un triunfo electoral en sus primeras elecciones de medio término a nivel nacional por un porcentaje (41,9) similar al obtenido por el kirchnerismo en 2005 (41,59), y apenas superior al del menemismo en 1991 (40,22). Sólo el alfonsinismo en 1985 triunfó con un porcentaje mayor a los citados (43). Y el único derrotado en las primeras elecciones estando en el poder fue el delarruismo con un escaso 23,3% en el 2001, meses antes de rodar escaleras abajo con el modelo neoliberal en llamas.
A partir de allí, el gobierno cambia su estrategia política y económica, acelerando los tiempos económicos y reforzando la represión en las calles. El apoyo casi total de los medios hegemónicos y del establishment reforzaban la creencia de que Cambiemos había llegado al gobierno para quedarse, y por eso apenas finalizaron los comicios de octubre ya postulaban la triple reelección (en CABA, Buenos Aires y a nivel nacional). Sin embargo, todo cambió a partir de diciembre de ese año, con la reforma previsional.
El año 2018 no trajo buenas noticias para el gobierno. La economía no para de caer, la inflación, la pobreza de aumentar y el desgobierno en el manejo de las riendas económicas es cada vez más evidente para la población. Incluso, muchos industriales que apoyaron la llegada del hijo de Franco Macri al gobierno están viendo azorados que el modelo de Cambiemos no los incluye, sino que, como señala David Cufré [4]: 

No hay una alianza de Cambiemos con segmentos concentrados del empresariado industrial tradicional. Su alianza es con los bancos y con sectores agropecuarios. El Gobierno permite que se erosionen los activos de empresas líderes, que quedan expuestas ante empresas extranjeras que pueden venir a comprarlas frente al agravamiento de la crisis. Está claro que su proyecto no es el desarrollo productivo ni la soberanía del país”, analiza un dirigente fabril.
En ese delicado equilibrio, los industriales extrañan al kirchnerismo, aunque los grandes empresarios jamás lo reconocerán en público por el peso de sus concepciones ideológicas.



Macri resultó ser un presidente no solo pro-mercado sino también pro-norteamericano, apoyando todas las políticas exteriores del gobierno de Donald Trump, aunque no sus políticas económicas proteccionistas. En un país como el nuestro, históricamente reacio a los EE.UU., la mitad de la población votó a un presidente que no sabían que era pro-norteamericano. Tampoco tenían que saberlo, porque más allá de las pocas declaraciones del Jefe de Gobierno de CABA en ese sentido, muy pocos tuvieron acceso a los archivos secretos de la embajada de los EE.UU. revelados por Wikileaks, que traducimos aquí en 2010 [5], donde puede leerse lo que contaba la embajadora Vilma Martinez a sus superiores en Washington:




(Macri insistía en) la necesidad de imponer límites a la mala conducta de los Kirchner y la supuesta “blandura” del Gobierno de EE.UU. respecto de los Kirchner. Sostuvo que el “silencio” del Gobierno de EE.UU. respecto del mal trato abusivo que sufrió a manos de los Kirchner (como en el caso de la Cumbre de las Américas en Mar del Plata en 2005) los había alentado a seguir haciéndolo. (…) Macri dijo que los Kirchner habían logrado que Washington tome distancia hasta el punto de que a Washington no le importaba lo que la Argentina (a diferencia de Brasil o Chile) tiene para decir de cualquier cosa. La Embajadora buscó desengañar a Macri al respecto, sosteniendo que Washington sigue plenamente comprometido con profundizar y fortalecer las relaciones con la Argentina.

La insistencia de Macri en que el Gobierno de EE.UU. haga reproches públicos a los Kirchner por sus varias transgresiones sugiere un deseo no realista de que Washington haga lo que quiere la oposición. De todos modos, el intendente sigue siendo uno de los principales contendientes para las elecciones presidenciales de 2011. (…) Seguiremos buscando activamente contactarnos con él al aproximarse las elecciones.



Y, finalmente, surge el affaire de las fotocopias de los cuadernos de Centeno en pleno derrumbe de la economía macrista, y cuando las encuestas demuestran que la imagen del gobierno cae en picada y la de su principal rival, Cristina Fernández, sube. Sin embargo, sería reduccionista atribuir este fenómeno a la usina de Durán Barba y Marcos Peña. Por las implicancias políticas y económicas parece abarcar más sujetos implicados. Como una caja de Pandora, a medida que pasan los días la mancha de la supuesta corrupción sugerida por los renglones escritos crece y ensucia a funcionarios de segunda y tercera línea del kirchnerismo pero también de las principales empresas del país, las que ven que de la mano de las “revelaciones” y “confesiones” de los arrepentidos ante el púlpito de Stornelli y Bonadío y la devaluación imparable del peso llegan la caída de las acciones y el precio de sus empresas. Este panorama negro refuerza las sospechas de muchos de que detrás de esta evidente operación de “servicios” se encuentra la mano invisible (aunque ya no tanto) de EE.UU., como señala también David Cufré:




La duda se ha instalado en referentes de la burguesía “nacional”, que ven cómo el proyecto del cambio que ellos suponían que venía simplemente a disciplinar a la clase trabajadora, a limpiar de populismo el reparto de la torta nacional, de pronto los ubica en la mira de un tirador más grande. Se lo preguntan en Techint, en Aluar, en Ledesma y en las empresas de la patria contratista que se sorprenden con sus ejecutivos encarcelados mientras ven cómo las acciones de sus compañías se derriten en Wall Street. Se espantan al comprobar que fondos buitre están comprando esos papeles a precios de remate para volcarse sobre ellos en cuanto tengan oportunidad. Conocen como opera la Task Force Argentina, el grupo de tareas que litigó contra el país y demonizó a Cristina Fernández de Kirchner. Saben de los manejos de Paul Singer, a quien alentaban años atrás como un aliado circunstancial para desbancar el proyecto nacional y popular. Y saben que detrás de Singer estaban el aparato judicial y político estadounidense. ¿La crisis de 2018 viene a completar la extranjerización de la economía y eventualmente la dolarización que se frustraron con el kirchnerismo tras el estallido de 2001, en un proyecto dirigido desde Washington, o es solo que el mejor equipo de los últimos cincuenta años era el más inoperante en cincuenta años?




Pero no sólo el periodista de Página 12 señala esto sino que el profesor de la Universidad Di Tella, Juan Gabriel Tokatlian le cuenta a Carlos Pagni en un reportaje en el canal de TV del diario La Nación las razones verdaderas que hay detrás de esta repentina epidemia de "honestismo" o moralina anticorrupción que surge del juzgado más escandaloso y rebota en casi todas las pantallas, radios y periódicos:





También Horacio Verbitsky en su Cohete a la Luna [6] acerca más datos sugestivos:



Este cuadernazo también busca barajar y dar de nuevo dentro del mundo empresario. Por un lado, deja vislumbrar la lucha entre las empresas más poderosas de capital local por la repartija de los negocios en un área de importancia estratégica para la producción: la generación transporte y distribución de energía y la explotación de recursos naturales vinculados a la misma. Por el otro lado, la forma arbitraria en que se ha llevado a cabo el operativo desde el comienzo, violando procedimientos legales, “apretando” a empresarios para que “canten” a cambio de su libertad, dejando a otros presos por motivos inconfesables; no llamando a declarar a destacados amigos y miembros del grupo de empresas del Presidente Macri que figuran en los gloriosos cuadernos, ha puesto en evidencia tanto la índole autocartelizada y corrupta de la actividad empresaria en el país como el carácter arbitrario e impune de un sector del poder judicial que continuamente violenta las reglas de procedimiento y el estado de derecho.

El cuadernazo ha derivado hoy en una escalada del circo mediático y en algo que se parece un ajuste de cuentas dentro de la histórica patria contratista a la cual pertenecen desde hace décadas el Presidente y su grupo empresario. Esta vorágine ha repercutido inmediatamente sobre el valor de las de las empresas involucradas en los cuadernos que cotizan tanto en Wall Street como en la bolsa local. Las posibles sanciones en contra de estas empresas por parte de la SEC norteamericana y otros organismos de control financiero internacional; la pérdida del financiamiento ya otorgado, la paralización de las obras en curso, abren la posibilidad de que estas empresas sean compradas a valores ínfimos, por parte de otras de capital local o extranjeras. Más aun, las esquirlas se han expandido e involucran a empresas vinculadas, tanto en el pasado como en el presente, a la obra pública y amenazan con incluir a empresas vinculadas al transporte, e incluso a empresas que han recibido subsidios del Estado en el pasado.

Como vemos, esta etapa de la revolución conservadora, restauradora del viejo orden conservador liberal se asemeja demasiado a la que derrocó al primer peronismo. Cuenta también, como aquella, con un apoyo de una potencia extranjera, en materia económica a través del FMI manejado en parte por Washington, y en las sombras por la mano de obra calificada de sus servicios secretos trabajando en conjunción con los “servicios” de raigambre del ex-agente (¿ex?) Stiusso.
Cuál va a ser el rumbo final de este “cuadernazo” (como lo calificó Verbitsky) es materia de adivinos, pero nos atrevemos a esbozar una humilde teoría. Si esta epidemia de moralina anticorrupción de los medios hegemónicos, en conjunto con un par de jueces de dudosa juridicidad, sigue sin control de los mayores estamentos del Poder Judicial, es probable que tenga el mismo resultado dejado por el mani pulite italiano y el lava jato brasileño, es decir, la disolución del sistema político autóctono, el derrumbe de las principales empresas nacionales y la invasión de empresas trasnacionales, principalmente norteamericanas. Para colmo, la debacle económica de la “tormenta” macrista promete no dejar clase media en pié y aumentar la masa de pobres e indigentes y la riqueza de la cima de la pirámide poblacional. Esto constituye otra coincidencia de los objetivos históricos del establishment argento, conseguido en parte en las otras tres oportunidades que tuvo de vengarse de las gestas de los movimientos populares para equilibrar las cargas de la economía entre todas las clases sociales. Es decir en cada etapa histórica: el yrigoyenismo, el peronismo y el kirchnerismo.
No obstante, debemos recordar que, como no nos cansamos nunca de señalar aquí, esta vez la cabeza del movimiento hostigado o perseguido no falleció luego de ser derrocado y encarcelado como Yrigoyen, no se exilió tras su violento derrocamiento como Perón en 1955 ni murió como en los años 70 meses antes del golpe de estado más criminal de nuestra historia moderna. En efecto, la expresidenta es senadora y cuenta, a pesar del acoso judicial que sufre con un gran caudal electoral. Los meses que vienen prometen ponerse “interesantes” en materia política (más allá de la economía en picada) ya que nuestra historia es rica en este tipo de lucha entre la derecha violenta en el poder (hoy democrática) y una resistencia popular bien aceitada tanto en su accionar en las calles como en los líderes en ejercicio pleno de sus facultades.
La historia no se repite (pese al canto de los agoreros del desanimo) sino que continua, evoluciona, con otros personajes, otros escenarios y otros contextos. Sino que lo digan los argumentos de los figurones de la derecha conservadora de hoy, de ayer y de todas las épocas. Una breve relectura de ellos demostrará que... son siempre los mismos.












9 de julio de 2018

¿Es el macrismo el germen de otro gobierno "nacional y popular"?

Todo movimiento político que llega el poder tiene un origen anterior al primer día de gobierno. Si analizamos los movimientos políticos denominados nacionales y populares de nuestro país, veremos que no nacen de un día para el otro ni de una usina o "think tank" (perdón por el anglicismo), sino que es la resultante de diversas fuerzas politico-sociales que se enfrentaron a un gobierno o régimen (autoritario o no) anterior que no colmaba o desconocía los intereses populares. Por ejemplo, el radicalismo nació al calor del combate en las calles (y varias veces con las armas) contra "el régimen" conservador. El peronismo, a su vez, lo hizo convirtiéndose en el interprete y organizador de las fuerzas que se oponían a los gobiernos de la "década infame" del fraude y la corrupción abierta y estructural de la oligarquía agroexportadora. Y el kirchnerismo interpretó o fue producto de la crisis del 2001, generada por el menemismo y el delarruismo del "1 a 1", aunque en este caso sí creció y se fortaleció en pleno ejercicio del poder. Esos movimientos populares interpretaron las necesidades y deseos del pueblo, y cambiaron la realidad social, política y económica previa, por lo que se consolidaron en la consideración popular. Podemos afirmar que el germen de esos movimientos o partidos políticos fue el statu quo previo, las falencias y políticas antipopulares de esos gobiernos conservadores, liberales o neoliberales.
¿Podemos decir, entonces, que el actual gobierno conservador (que aquí denominamos como Revolución Macrista [1]) puede convertirse en el origen de un nuevo gobierno de raigambre popular? Creemos que sí, y así lo afirmamos desde un comienzo. Un gobierno que se esforzó en revertir la redistribución económica del kirchnerismo a favor de las clases baja y media, que anula o disminuye derechos adquiridos por el pueblo, que no deja de atacar la situación económica de la mayoría de los argentinos (incluyendo a quienes lo votaron) crea un caldo de cultivo fértil para el origen de un movimiento que se oponga a ese modelo de país. Los signos más evidentes no deben buscarse en las opiniones o reacciones de los partidarios de este tipo de movimientos populares sino en las propias bases de Cambiemos, principalmente en los referentes públicos que lo apoyaron desde el minuto uno y que ahora están saltando del Titanic. No son ellos más que la punta del iceberg de los desconformes con el macrismo, de quienes creyeron y dejaron de creer, de quienes son víctimas de las mismas políticas que apoyaron. La mayoría de ellos, que denostaban los subsidios estatales porque pensaban que sólo beneficiaban a los pobres o desocupados, seguramente descubrieron en estos años de ajuste macrista que ellos mismos habían sido beneficiarios de esos subsidios en los servicios públicos (gas, electricidad, agua potable y transporte) cuando vieron subir las tarifas en forma geométrica, lo que redujo su presupuesto familiar destinado a otros gastos prescindibles, como turismo, salidas semanales o electrodomésticos, algo a lo que se acostumbró durante el kirchnerismo.


Pero en materia de referentes públicos oficialistas, no hablamos sólo de Mirtha Legrand y sus degradados programas semanales, veamos otros ejemplos:




“Me avergüenzo de haber votado a Macri (…) Este grupo de elegantes que venía a fundar la modernidad se quedó sin letra y nos dejó de nuevo en la pradera de la desesperanza.
“Son modernos, ignoran las necesidades de los humildes, dueños de bancos y mesas de dinero que parecen no saber manejar ni ese mecanismo por el cual se enriquecieron”.
“No tenemos capitalismo productivo, solo una caterva de ladrones y coimeros (…) Esta es la última etapa de un país con ricos muy ricos y pobres muy pobres. Prometían inversiones y hoy los grandes grupos económicos se roban más de lo que producimos, esa es la verdadera razón de la creciente deuda”
Julio Bárbaro

 "Esperaba mucho más en lo económico y en el día a día del laburante que gana 18, 15, 13 lucas por mes. En el presente de los jubilados que cobran siete mil y pico. (…) Yo les creí. Yo esperaba más de esa gente. Creí que iba a bajar la inflación, que iba a haber más laburo. (...) El gobierno anterior en algunas cosas la pegó".
Alejandro Fantino

"El gobierno es su peor enemigo (…) Este gobierno se endeuda para afuera, pero no va a poder hacerlo durante mucho tiempo más. Es la historia argentina, siempre cada tanto se entra en default, esta película ya la vimos".
Jorge Lanata

"Es el peor momento del gobierno (…). El FMI es mala palabra (…). El gobierno perdió credibilidad, confianza, imagen positiva y hasta de intención de voto. Además perdió iniciativa política. Corre detrás de los problemas y tiene soberbia".
Alfredo Leuco

"Hay una suerte de empecinamiento en llevar al país por la banquina. Un presidente empecinado en no hacer modificaciones de fondo que son las que requieren el momento".
Marcelo Longobardi

"Lo peor está por venir. (…). Si se mira con detenimiento cómo llegamos a un dólar de casi 30 o por qué la economía es la más vulnerable del mundo (…) le podría servir al gobierno para modificar de una vez por todas esa estrategia de comunicación que consiste en vender optimismo para ganar elecciones en vez de reconocer la profundidad de la crisis. La Argentina es uno de los estados que más se ha endeudado en el exterior para financiar un déficit fiscal crónico (…). Este gobierno, ¿va a continuar tirando de la cuerda con el aumento de tarifas o va a mostrar al fin algo de sensibilidad social y les va a pedir a las grandes empresas que asuman parte del costo?"
Luis Majul

"Yo voté a Mauricio Macri. Soy de los pocos periodistas que lo dicen todo el tiempo. No por amor sino por descarte (…). Creo que Macri no satisfizo lo que esperábamos estos dos años y medio los votantes y la mayoría de los ciudadanos".
Luis Novaresio

Fuente: Tarde Piaste.


Incluso puede verse esta desazón frente al gobierno de Cambiemos en los miembros del “círculo rojo” al que Macri interpela en forma permanente. Por ejemplo, el empresario multimillonario Eduardo Constantini:

"Así como el Gobierno pecó de ingenuidad, también el mercado creyó en la estrategia argentina y esa estrategia falló. Y es claro ahora que no era consistente el plan. Yo mismo creí que podría cerrar. Hay una desilusión en forma virulenta".


Incluso el poderosísimo y simpatizante del macrismo Paolo Rocca, cabeza del grupo Techint, se refirió a los errores del gobierno:

Rocca pidió “tener un plan consistente y solido” para el desarrollo económico del país. (...) “lo importante es que haya movilidad social. Si hay movilidad social se puede crecer aunque haya pobreza”. (...) Para el titular de Techint “sin dudas, las dificultades actuales están afectando las cadenas de pago. Pero es un momento para poder mirar al mediano y largo plazo, y ver adónde podemos ir.

Fuente: Paolo Rocca: "Con la devaluación ganamos competitividad inmediata".


No nos referimos a la palabra de politólogos o cientistas sociales, pero sí a las dudas, desconfianza o críticas actuales de referentes públicos muy escuchados, lo que contribuye a difundir el desprestigio creciente de la palabra gubernamental y las falencias del modelo macrista. Este fenómeno nuevo constituye un caldo de cultivo de la búsqueda de una alternativa al oficialismo hostil con la población, algo ya visto en nuestra historia: el surgimiento de un nuevo movimiento nacional y popular. Por eso decimos que, paradójicamente, los pésimos resultados del modelo Cambiemos no hace más que fomentar el surgimiento de un modelo antitético, como señalamos más arriba con los ejemplos del yrigoyenismo y el peronismo en el siglo pasado y el kirchnerismo en el actual. Pero, como también lo muestra la historia, ni Cambiemos ni el establishment se entregará sin pelear, no renunciará al gobierno y menos aún al poder. Como ya señalamos aquí:

Nuestra historia muestra cabalmente que la derecha nunca entrega el poder voluntariamente, salvo por fuerza mayor y luego de una crisis provocada por ella misma.
Si puede planificar la entrega tratará antes de destruir cualquier movimiento nacional y popular que pueda sucederla. Ahora sabe que esta es su última oportunidad para cristalizar los cambios que benefician a sus intereses políticos pero principalmente económicos, por eso está tan cebada en los cambios revolucionarios implementados a cualquier costo que está llevando a cabo.
Sin embargo, del otro lado también hay jugadores hábiles, y muchos, por eso recordamos lo expuesto también aquí en otro oportunidad:
Acordamos por eso con la visión que tiene de los movimientos populares el teórico y vicepresidente de Bolivia Álvaro García Linera:
"(…) La revolución es por oleadas, no por ciclos” Cuando tú hablas de ciclo, significa que todo tiene un inicio, una estabilización y un fin. Es algo natural como la ley de la gravedad. Hagas lo que hagas, protestes o te movilices, así será de aquí a 50 años, cuando venga otro ciclo. Esta es una mirada que le arrebata el protagonismo al ser humano, que olvida el papel de la subjetividad colectiva en la construcción de los hechos sociales. Es falsa.
Las transformaciones se dan por oleadas. La gente se articula, se unifica, crea sentido común, tiene ideas fuerza, se convierte en ser universal, es decir, ser que pelea por todos. Logra derechos, acuerdos, Estado, política".(2)


Es por eso que afirmamos una vez más que Macri y Cambiemos puede resultar el germen de una nueva oleada nacional y popular, una pleamar que recupere lo perdido e intente ir más allá en sus logros; lo que suele suceder cuando el establishment, ciego por sus intereses de parte, por su incomprensión y desprecio por los intereses o la voluntad de las mayorías, se dedica a gobernar para su círculo íntimo solamente, hasta que el mismo pueblo impone el límite.
Por supuesto, no estamos hablando de matemáticas o ciencias duras sino de acontecimientos sociales, por eso los límites de esos hechos son difusos, pero suponemos que a grandes rasgos estamos a las puertas de un nuevo movimiento popular reivindicativo de los anteriores, principalmente como el resultado lógico de los descarnados errores del gobierno, del daño social y económico que le impuso y seguirá imponiendo a las mayorías, quienes observan impávidas la impunidad y rudeza con que el gobierno gobierna para “los ricos” a expensas del resto de la sociedad. Muchos de ellos descubren ahora los beneficios o derechos logrados durante el kirchnerismo; algo que creían natural en un país donde la política no estaba para modificar la realidad o dirigir las riendas del estado a favor de los menos favorecidos. Que también descubrirán que estar cada día mejor o que poder planificar el futuro no es algo natural y permanente, que el estado no está siempre de su lado cuando lo necesite frente a los poderosos, porque depende de quienes el pueblo coloca en la Casa Rosada o el Congreso. En definitiva, cuando nos demos cuenta que la historia, nuestra historia política, nos enseña no sólo lo que puede suceder si tomamos en nuestras manos los destinos del país sino que tan sólo la política y los políticos (y no los empresarios puestos a manejar el timón del barco) son la llave para reconstruir lo destruido en estos años y aspirar a vivir como lo hacíamos antes de la debacle macrista o, tal vez, mejor aún.
La mayoría de ellos, que renegaban de los subsidios porque pensaban que sólo beneficiaban a los pobres o desocupados, seguramente descubrieron en estos años de ajuste macrista que ellos mismos eran beneficiarios de subsidios estatales en los servicios públicos (gas, electricidad, agua potable y transporte) cuando vieron subir las tarifas en forma geométrica, lo que redujo su presupuesto familiar destinado a otros gastos prescindibles, como turismo, salidas semanales o electrodomésticos, algo a lo que se acostumbró durante el denostado kirchnerismo.
Cuándo surgirá este nuevo movimiento popular no es posible asegurarlo. Si será en 2019 o 2023 dependerá no de las teorías de sociólogos o politólogos, de los deseos de políticos o de los propios actores sociales sino de los hechos sociales y políticos mismos, tan difíciles de pronosticar como de negar. Pero lo seguro es que, si no se producen cambios drásticos en el rumbo del gobierno, el caldo de cultivo de un nuevo movimiento popular reivindicativo de los derechos perdidos o amenazados de la población seguirá creciendo. El proceso no sería igual al de los casos anteriores, porque la historia (a pesar de la creencia popular) no se repite, pero no debemos soslayar las coincidencias y aprender de sus lecciones.



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